sábado, 30 de diciembre de 2017

La chica del tren ("The girl on the train"), de Paula Hawkins

Esta novela saltó a la fama a consecuencia de la película homónima. He de decir que no he visto la peli, ni tengo especial interés por hacerlo. No obstante, una de mis hijas sí la vió y se interesó en el libro. Como tantas veces, el interés fue pasajero, ella no se lo leyó y yo me lo encontré cargado en el kindle, y sí procedí con él.

La verdad es que mis expectativas eran bajas, y más descendieron en los primeros capítulos. ¿A quién le interesan las fobias de una tipa depresiva y medio borracha a la que ha dejado su marido y que se entretiene haciendo cábalas sobre la gente que ve desde su vagón de tren? A eso hay que añadir la confusión inicial procedente de dos fuentes. La primera es que esta novela entrelaza los diarios de tres mujeres, algo que no es habitual, y que al principio te coge desprevenido, si no te das cuenta que ha cambiado la narradora de un capítulo a otro. La segunda fuente de confusión es que, si bien dos de los diarios (el de Rachel, la que parece más protagonista, y el de Anna) van a la par, el de Megan está relatando sucesos del pasado, no está sincronizado con las otras dos. Ambas cosas me resultaron desconcertantes al inicio, pero en cuanto te empiezas a fijar en ello, deja de ser un problema.

Y al mismo tiempo que te das cuenta de esos detalles, la trama empieza a desarrollarse, a partir de las primeras reflexiones paranoícas. Y lo cierto es que esta técnica del triple diario le funciona a la autora, aunque tampoco parece sacarle provecho especial en relación con la trama. En otras palabras, podría haber contado lo mismo sin utilizar el subterfugio. ¿Por qué se habrá complicado la vida?

De la trama poco puedo decir sin spoilear el libro, por lo que tendré que pasar de hacerlo. A ver, tampoco es la trama de mi vida, pero es digna. El libro está razonablemente bien escrito, y su lectura no se hace pesada una vez superados los problemas arriba apuntados. Pero tampoco tiene mucho más que aportar que una trama de relativo suspense involucrando a las tres narradoras y a los maridos de las dos casadas, junto con un psicólogo. Entretenimiento vacúo sin más.


martes, 26 de diciembre de 2017

Con el agua al cuello, de Petros Markaris

De Markaris y de su detective estrella Kostas Jaritos leí mi primera novela hace unos meses. Me entretuvo, pero no me resulta digna de mayor comentario. La única razón por la que he vuelto a leer una novela de esta serie es porque el libro estaba en el lugar adecuado en el momento oportuno: el único libro sin leer que tenía en el dispositivo.

Poco hay que sea diferente del otro, salvo obviamente la trama. El mismo estilo seco y ejecutivo, los mismos atascos por Atenas, el mismo constante ir y venir entre Ministros, comisarios y periodistas, y de nuevo un asesino en serie.

¿Qué alicientes ofrece esta lectura? Pues básicamente los mismos que la anterior, y alguna más. Los primeros se refieren a la posibilidad de sumergirse en la Grecia de la crisis económica, con sus constantes manifestaciones y recortes. El extra se refiere a la posibilidad de revivir la final del mundial del 2008 (sí, la que ganó España) a través de los ojos de la sociedad griega y del autor. Sorprendente e inesperado bonus.

En cuanto a la crisis económica, el lector se podrá enterar de alguno datos indignantes (si son ciertos), como que los griegos se jubilaban a los 55 años antes de la crisis. De hecho, en el libro todos se quejan de que les van a explotar de por vida cuando se aprueba el decreto por el que pasan a jubilarse a los 60. Qué morro! Por otro lado, se insinua en otra parte que las mujeres se jubilaban a los, tachán, 40 años. Toma ya.

Cobra valor la pasión que tiene Jaritos por consultas el diccionario Dimitrakis en determinados momentos. Aquí lo hará para ver el significado de banco, préstamo y expropiación. Lo mejor son, por supuesto, las reflexiones del detective tras conocer las diferentes acepciones. Por ejemplo, la de que los conceptos de banquero y usurero han evolucionado en paralelo a las apariciones de las crisis. Estas reflexiones se acompañan, en otra parte de la novela, por un fino análisis sobre el fin de la sociedad del bienestar en paralelo a la asunción de deuda pública por parte de los Estados, que realiza un holandés empleado por una agencia de riesgo.

Lo más sorprendente de estas novelas, ya me ocurrió con la primera, es la escasez de momentos divertidos o meramente irónicos. Como ya he dicho, Markaris tiene un estilo muy seco. No obstante, aquí incorpora una escena en que Jaritos activa el GPS de su flamante coche nuevo (por cierto, un SEAT) simplemente para darse el gusto de desobedecer a alguien (y, evidentemente, no sigue las instrucciones del aparato).

Y dejo aquí también una frase digna de rescate: "El rompeolas siempre se moja".

Y ahora ya voy a empezar con el libro que realmente quería leer.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Entender la música ("Understanding Music"), de Roger Scruton (SIN TERMINAR)

Es muy raro que me dejé un libro sin terminar una vez empezado. Y más raro aún que lo confiese públicamente y lo deje para los restos en este blog. Pero, bueno, es lo que me ha pasado con este libro.

Me apresuro a aclarar que el libro no está mal, tiene pinta de ser interesante, y a su autor, Scruton, ya le voy conociendo y valorando, esta es la tercera lectura que le hago es los últimos seis meses. El problema viene de que, pese a gustarme la música clásica, mis conocimientos técnicos al respecto son muy limitados cuando no completamente nulos. Y este libro suele se puede enteder, a partir de determinado capítulo, si tienes un mínimo de conocimientos. De hecho, aparecen frecuentemente en sus páginas pentagramas con fragmentos de las obras que está comentando el autor, que para mí son tan ilegibles como el sánscrito, pero que sirven a Scruton para ilustrar su análisis. Ante este obstáculo evidente, he llegado a la conclusión de que proseguir la lectura sería para mí una pérdida de tiempo.

No obstante, algunas de las ideas que he recogido me parecen útiles y no querría que se perdieran en el limbo, por lo que prefiero dejarlas reflejadas en este espacio.

El libro consiste en una colección de artículos hasta cierto punto independedientes. La mayor parte de ellos son artículo de crítica musical, sobre obras concretas. Los seis primeros son más genéricos, a modo de introducción filosófica sobre el tema, y, obvio es decirlo, son los que me leído. Cuando alcancé el primer capítulo de crítica musical, sobre Mozart, me vine abajo de forma definitiva, aunque ya en el capítulo sobre el Ritmo había estado navegando sin demasiado rumbo.

Scruton caracteriza el sonido como un evento y al mismo tiempo como un objeto secundario, en el sentido de que deriva de un evento, pero una vez originado, tiene una existencia propia e independiente de tal origen.

La música consiste, sí, en una acumulación de sonidos, pero su percepción se produce por la integración subjetiva que cada individuo hace de los mismos. Estamos de nuevo en el Lebenswelt, en el mundo intencional por oposición al mundo físico, que tanto juego da a Scruton en sus análisis filosóficos. O, en otras palabras, las música no se puede entender por sus propiedades físicas, sino por nuestra comprensión. Por ello, Scruton, siguiendo a Wittgenstein, compara la comprensión de la música con la comprensión de una expresión facial.

Es mediante esta interpretación intencional que, según Scruton, podemos hablar de los "movimientos" de la música, no porque realmente se produzcan desplazamientos físicos en el sonido. Al hilo, Scruton se refiere a fenomenos con doble intencionalidad, algo que tendré que explorar con más detalle en alguna otra lectura.

Bueno, creo que ya he escrito demasiado para tratar de un libro que ni siquiera he terminado de leer. Si alguien entendido en música lo lee, me gustará conocer su opinión. A mí me parece que estaba bien, pero, claro, no me enteraba de mucho.

martes, 19 de diciembre de 2017

El árbol de la ciencia, de Pio Baroja

De Pio Baroja he leído bastante en tiempos, La Busca, Zalacaín el Aventurero, Shanti Andia...
Es uno de nuestros autores más clásicos, por lo que tampoco sorprendería a nadie que las recomendara. Magníficas novelas, excelentemente escritas, clásicos en nuestra lengua.
 
Por eso, no me daba miedo ni pereza abordar ésta que ahora comento, pese a llevar años sin leer nada de don Pío, ni de autores de la época. Y el caso es que es una novela bastante atípica, más bien parece una narración-disculpa para que don Pío nos transmita sus ideas y pensamientos filosóficos sobre un sinfin de temas. También parece tener algún rasgo autobiográfico, aunque no he investigado.
 
Se nos cuenta la vida del protagonista, Andrés Hurtado, desde que comienza sus estudios de Medicina. Sus andanzas no son demasiado variadas, pero nos llevarán a Valencia y a Alcolea del Campo, así como a conocer a su tío Iturrioz y a la estupenda Lulú, entre otros. La narración se construye a base de párrafos muy cortos y capítulos breves, chocante estilo para este tipo de novelas, pero revelador una vez más de las que creo eran las verdades pretensiones de Baroja, antes dichas.

Desde el punto de vista puramente narrativo, es interesante la descripción costumbrista que se hace de la vida en Alcolea, pese a decir que "Las costumbres de Alcolea eran españolas puras, es decir, de un absurdo completo.". También la del ambiente pre- y post-guerra de Cuba queda bien reflejado. Pero, como digo, es la excepción. 
 
Luego tenemos un montón de pensamientos y reflexiones de interés, sobre evolución, ciencia, sociedad, religión... Me han sorprendido, por ejemplo, las relacionadas con el egoísmo, que enlazan directamente con Ayn Rand e incluso con el anarcocapitalismo. Por ejemplo:
"¿Es que tú crees que el egoísmo va a desaparecer? Desaparecería la Humanidad."
"Debemos más al egoísmo que a todas las religiones y utopías filantrópicas. El egoísmo ha hecho el sendero, el camino, la calle, el ferrocarril, el barco, todo."
"Ella decía que no; que defraudar a la comunidad, no podía ser tanto como robar a una persona. En Alcolea casi todos los ricos defraudaban a la Hacienda, y no se les tenía por ladrones."
 
Otras, referidas a España y los españoles, parecen escritas ahora mismo:
"En España en general no se paga el trabajo, sino la sumisión."
"...pero cojo un periódico español y me da asco; no habla más que de políticos y de toreros." 
 
Respecto a las ciencias:
"El acuerdo de todas las inteligencias en una misma cosa es lo que llamamos verdad. Fuera de los axiomas lógicos y matemáticos, en los cuales no se puede suponer que no haya unanimidad, en lo demás todas las verdades tienen como condición el ser unánimes."
Y referido a las ciencias sociales: "Tú reconoces que fuera del dominio de las matemáticas y de las ciencias empíricas existe, hoy por hoy, un campo enorme a donde todavía no llegan las indicaciones de la ciencia." (Coincidente con una reflexión de Ortega y Gasset en Meditación de la Técnica, a la que dediqué hace poco una entrada).
 "La ley es siempre más dura con el débil. Automáticamente pesa sobre el miserable. Es lógico que el miserable por instinto odie la ley."
 
Cierro con otra serie de frases que no clasifico:
"Se puede tener el quijotismo contra una anomalía; pero tenerlo contra una regla general, es absurdo."
"En Alcolea, al achicarse la vida sexual, se agrandaba la pornografía."
Y la pesimista, pero magnífica: "Para mí sí; yo pienso en el hijo; yo no creo como Calderón, que el delito mayor del hombre sea el haber nacido. Esto me parece una tontería poética. El delito mayor del hombre es hacer nacer."
 
No es mala lectura para alguien que busque reflexionar alguna tarde. 

lunes, 18 de diciembre de 2017

El sonido y la furia ("The sound and the fury"), de William Faulkner

De Faulkner había leído in illo tempore una novela llamada Santuario. Conste que no me acordaba de esta lectura hasta que empecé con ésta y repasa la obra del autor. Y ahora que la recordé, también recordé que me pareció horrible e infumable, siendo esto lo único que recuerdo de la misma. Aviso de que la leí en español, aunque, visto lo visto, no creo que el idioma hubiera incrementado mi placer en su lectura.
 
Esta segunda oportunidad a Faulkner, que difícilmente le hubiera llegado de haberme acordado de lo antes dicho, se la debe el escritor a un buen amigo, para quien "El sonido y la furia" es el mejor libro que ha leído.
 
Así que aquí me zambullí, y a duras penas fui capaz de volver a subir a la superficie. Dos cosas positivas: es una novela corta, y tras ella ya puedo enterrar definitivamente a Faulkner, ya que ésta es generalmente considerada su mejor obra. 

La obra se estructura en cuatro partes, en cada una de las cuales se nos cuenta parte de una historia, desde la perspectiva de uno de sus protagonistas. Estos consisten en tres hermanos y una criada negra, y la historia orbita en torno a determinados eventos ocurridos a la hermana, Caddy.

A partir de aquí empieza el lío. Benjamín, el primero de los hermanos/narradores resulta que es deficiente mental, por lo que no tiene claro el orden temporal de los sucesos, y se refiere a las escenas y personajes según le da el aíre. Así que es imposible dar sentido a lo que cuenta, aunque al parecer es el que cuenta todo.

Una vez superada esta primera parte uno piensa que ya solo queda coser y cantar. Pero no es así. Turno para Quentin, quien nos traslada su obsesión por el tiempo y los relojes. Con Quentin se multiplican las frases sin terminar y sin puntuar, y para más confusión, mezcla sin avisar dos horizontes temporales, lo que le está pasando en la Universidad con sus recuerdos sobre el evento de Caddy. En el momento en que uno es capaz de discernir entre ambas narraciones entreveradas, la cosas se hace más digerible.

En la tercera parte, la lectura se vuelve a facilitar, aunque Jason, el narrador y tercer hermano, habla de distintas mujeres sin detenerse a distinguir entre ellas cara al lector. Así, la confusión se produce entre Caddy, la madre de la familia, y la hija de Caddy. Le toca al lector adivinar de quién está hablando en cada ocasión.

En la cuarta parte, la historia se cuenta en tercera persona y centrada en Dilsey, la criada de color de la familia. En esta parte la narrativa es convencional y supuestamente enlazaría los fragmentos incomprendidos en las tres anteriores. En la práctica, para mí nada tiene sentido y no soy capaz de enlazar con nada, sobre todo porque no me enteré de lo que contaba Benjamín, y si me enteré de algo, ya no lo recordaba,
 
Y esto es lo que da de sí el tema. La edición que he leído venía acompañada de un apéndice de Faulkner,  que el escritor recomendaba que se pusiera como prólogo de la obra. La verdad es que lo único que he podido entender de la novela ha sido gracias a dicho apéndice, en el que el estilo es bastante convencional e incluso asoma el humor de Faulkner. Si alguno se anima a leer este bodrio (perdona, Jorge) que lea el apéndice antes de empezarlo. Yo lo leí tras incomprender la primera parte, y por lo menos me sirvió de orientación para el resto. Si lo hubiera leído antes, quizá hubiera disfrutado algo más el libro al entender la parte de Benjy.

Por último, una referencia al título, extraido de Macbeth. Aquí va el verso:
"And then is heard no more: it is a tale
Told by an idiot, full of sound and fury,
Signifying nothing."
En suma: es una historia contada por un idiota, llena de sonido y furia, que no significa nada.
Toda una declaración de intenciones del autor. 


jueves, 14 de diciembre de 2017

Meditación de la Técnica, de José Ortega y Gasset

Este es un conocido ensayito del gran pensador español. Poco he leído de Ortega y Gasset, aunque selecto: La rebelión de las masas, que no recuerdo con gran entusiasmo. Sin embargo, este reciente lectura me hace pensar que quizá leí el clásico en un mal momento. Porque esta meditación me ha resultado amena, me ha gustado y hasta me ha sorprendido por lo avanzado de alguna de las ideas de Ortega y Gasset en relación con temas económicos.

Este ensayo recoge en sus sucesivos capítulos una serie de lecciones magistrales que el filosofo dio a una clase de ingenieros, como no podía ser de otra forma, sobre el concepto de la técnica. Y parece mentira lo que da de sí el tema.

El punto de partida es la capacidad diferencial propia del ser humano de no resignarse: cuando el animal no puede satisfacer sus necesidades con sus capacidades elementales, su única opción es dejarse morir; por contra, el hombre es capaz de redefinir sus capacidades con el objetivo de sobrevivir. Y es para ello para lo que se vale de la técnica, "para reformar la naturaleza en vista de la satisfacción de sus necesidades".

Claro que la cosa no termina aqui: la técnica no le vale solo para satisfacer las necesidades elementales. Lo que es vivir para el resto de seres vivos, no es más que mera molestia para el ser humano. Calentarse y comer constituyen la vida de los animales, pero no es lo propio del ser humano; para éste son inconvenientes de los que, gracias a la técnica, se libera para poder vivir de verdad. O en otras palabras de Ortega: "El bienestar y no el estar es la necesidad fundamental para el hombre". Avanzando aún más en la idea: El ser humano es "Un ente cuyo ser consiste, no en lo que ya es, sino en lo que aún no es, un ser que consiste en aún no ser. Todo lo demás del universo consiste en lo que ya es".

Y con más reflexiones en torno a estas ideas centrales, nos va guiando el autor hacia las profundidades de la problemática del hombre en su relación con la técnica. Me ha parecido especialmente valiosa la propuesta de estados evolutivos con que Ortega clasifica la técnica: el azar, el artesano, el técnico.

Pero quizá lo más interesante es el planteamiento que se hace Ortega respecto al estado de las ciencias sociales en comparación con las naturales. Así, se queja de que la historia no ha conseguido llegar al nivel de la ciencia (de lo que culpabiliza a los historiadores alemanes del siglo XIX), por lo que carecemos de técnica para actuar respecto a los grandes fenómenos sociales y colectivos, "respecto a los cuales el actual hombre se encuentra como el del paleolítico ante el rayo".

Ortega escribe esto en 1933, aún le queda por vivir los grandes totalitarismos del siglo XX, con el ruso solo en albores e imagino aún con ilusión. Me pregunto si su diagnóstico en la actualidad sería el mismo, o aún más pesimista.