sábado, 17 de diciembre de 2016

Cuentos para enrojecer a las caperucitas ("Contes à faire rougir les petits chaperons"), de Jean-Pierre Enard

A quién se pregunte qué hago leyendo el libro de referencia, he de decirlo que Destiny is all. Buscando cosas de Mathias Enard (del que acabo de leer el reseñado en la última entrada), me encontré con este libro que al principio atribuí al mismo Enard. Luego me di cuenta de que era otro Enard, pero de todas formas decidí leerlo porque me hizo gracia el título, aún presintiendo que se trataría de una novelita subida de tono.

Lo que me encontrés es literatura puramente pornográfica. Y la única razón por la que terminé el libro es porque era corto. Insisto, pornográfica, porque entiendo que la literatura erótica tiene más preámbulo, más insinuación, más juego con el lector, y menos guarrería cutre.

En la novela se nos cuentan los cuadros sexuales que establece el autor con sus tres coprotagonistas: su amante Carol, su criada Louise, y una Alicia adolescente tras volver de más allá del espejo. Estas escenas, por así decirlo "domésticas", se intercalan con los cuentos que dan título al libro, y que básicamente consisten en más de lo mismo, pero ahora protagonizadas por personajes de cuentos infantiles.

Así, se nos ofrecen sucesivamente Pinocho (fácil imaginar el uso de la nariz), Blancanieves y los siete enanitos (junto a los tres orificios convencionales y las manos, se usan el ombligo y las dos orejas), Pulgarcito y los ogros, y el Gato con Botas. Además, hay un cuadro multicolor en que se describe secuencialmente una orgia involucrando a conocidos personajes de comic.

En cuanto a la narrativa, he de reconocer que Enard no escribe mal. Sin embargo, como digo, apenas hay un preámbulo que justifique la acción y de algo de empaque literario al libro. Directamente se va a describir las escenas pornográficas y la participación en cada una de ellas de los distintos personajes. Se necesitan grandes dosis de imaginación visual (y un mínimo de interés) para hacerse una idea de las posturas y acciones de los participantes. Francamente, un aburrimiento.

Dos observaciones finales. Me ha llamado la atención la plétora de términos que tiene el francés para referirse tanto a órganos sexuales como a las acciones que se pueden hacer con ellos. Y eso que en español también disfrutamos de una importante variedad léxica en este ámbito.

Y la otra es más psicalíptica. ¿De verdad es agradable que te meen encima? ¿Y más si es en la propia boca? ¿Puede haber alguien que se excite tragando semén o, puaj, intercambiéndolo de boca en boca?¿Y qué decir del ano?

En fin. De estos no se me vuelve a colar ni uno.

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